domingo, 25 de septiembre de 2011

Verdad: 1

Hay gente pelotuda.

lunes, 4 de julio de 2011

La historia sin fin

Había una vez un Rey y una Reina. Ellos eran reyes de un pequeño país.
La Reina era inteligente, practica pero algo visceral. Y negadora. Ambas cosas juntas son un cocktail molotov. El Rey era un melancólico vueltero que miraba su corona, la analizaba y usaba su tiempo tratando de responderse cómo es que había llegado allí.
El Rey estaba muy enamorado de la reina, y la reina correspondía su amor. Tenían hijos, un pequeño país que por ser pequeño no se quedaba atras frente a los demás.
Un día el Rey contrató a un General para su ejercito. Lo puso al frente de batalla y lo mandó a jugarse parte de su imperio. El General, llamado Facundo, que no estaba de acuerdo con la estrategia del Rey puso en palabras su punto de vista. El Rey hizo oidos sordos. El General Facundo insistió porque sabía que era un atajo a la derrota, pero el Rey no quiso saber nada y dio la orden.
Al cabo de una noche el General Facundo volvió con la mala noticia. El Rey no dijo nada, la Reina a los gritos ordenó que le cortaran la cabeza.
La plaza se llenó de gente, el General se llamó al silencio. La Reina, rabiosa por haber perdido medio reinado y haciéndo responsable al General Facundo por ello, ordenaba a los gritos que le traigan la cabeza.
El rey fue una noche sin que la Reina supiera al calabozo donde estaba el condenado. Fue a decirle, puerta de por medio puesto que no hubiera soportado verlo a los ojos, que la Reina estaba dolida por lo que había pasado y que lamentablemente le iba a cortar la cabeza, que realmente él lo sentía mucho. Sabía que su reina era capaz de tomar esas decisiones y ejecutarlas. Que eso a él no le gustaba pero no podía hacer nada, su cabeza valía solamente su error, y su reinado estaba lleno de errores. 'Probablemente hace tiempo debería haber tomado una decisión, seguramente debería haber tomado yo las riendas de este país - dijo el Rey - pero lamentablemente tienen que pasar estas cosas para que los actos se precipiten'. 'Pero Señor - dijo el General - estamos hablando de mi cabeza. Yo tengo hijos, tengo esposa. No quiero morir ahora. Y usted, con todo respeto, no hace nada. Yo hice lo que usted me pidió. Yo cumplí órdenes y ahora la Señora pide mi cabeza, la mia, cuando debería pedir la suya' 'Hijo - dijo el Rey - ella lo sabe, pero no puede tolerarlo. Si pide mi cabeza tiene que hacerse cargo de sus propios errores'. 'Hubiera pedido mi cabeza si yo hubiera desoído sus órdenes aunque hubiera de esa manera ganado la batalla, pero ahora la pide por haberlo oído. Hable con ella, no quiero perder mi cabeza' 'Facundo, no puedo con mi reinado, no puedo con mi esposa, menos voy a poder con tu cabeza' Dijo el Rey yéndose, mientras repetía a media voz: 'Perdón, perdón, perdón'
La cabeza de Facundo estaba a punto de rodar por la plaza del centro y el Rey se lamentaba desplomado en su trono, sintiéndose infeliz pero incapaz de ir a acotar a la Reina que, aún sabiendo que el General no tenía la culpa, agitaba a la muchedumbre desde su balcón mostrándose entera y sórdida, de espaldas al Rey porque no podía soportar ver cómo se desmoronaría su reinado si hacia responsable a quienes realmente lo eran.
La cabeza de Facundo finalmente rodó, digno, rubio, triste.
Los Reyes siguen en sus tronos, grandes, absolutos, silenciosos, cada vez más incómodos, a la espera de otro General a quien cortarle la cabeza.

miércoles, 13 de abril de 2011

Evolucion

Bronca
Tristeza
Paz
alegria

Son los pasos lógicos que deberian seguirse cuando se recibe una mala (malísima!) noticia

domingo, 20 de marzo de 2011

Epifania

El jueves me fui a un bar. Fui sola, claro.
Los que estamos solos (o los que 'somos solos', como me gusta escucharle decir a Aleli)
tenemos ciertas licencias. Cuando yo no lo estaba y veía esa imagen se me representaba triste. Hoy es un placer sencillo, humilde.
En fin, me pedí lo de siempre y me senté al lado de una pareja. Esta vuelta me ubiqué en la esquina de la barra entonces estaba tambien un poco de frente a esos dos.
El bar estaba lleno de gente, como todos los jueves. Las chicas de shorcitos ajustados y escotes radicales se paseaban dando un claro mensaje a los tipos que obedientemente lo entendian y hacian lo que se supone tenian que hacer. Pero ellos dos eran absolutamente ajenos a todo eso. Parecia que se conocian de hace rato, que estaban cómodos. Serenos.
Él le estaba hablando de una chica de la que se había enamorado. Le decía que hacía un tiempo la había conocido de casualidad en otro bar, que se pusieron a hablar y fluyó facilmente, como un rompecabezas de seis piezas. Y estaba todo bien pero ella estaba en pareja, con la que convivía pero en ese momento estaba haciendo no se qué, no alcancé a escuchar, afuera, por un tiempo no tan largo. Esas casualidades. Los dos estaban hasta las manos en esa historia, tanto así que finalmente, cuando su pareja volvió, ella le blanqueó la situación y se fue de su casa y de su vida. El rompecabeza terminaba de armarse hasta que ella, que trabajaba con esa pareja y por ende ahora se encontraba sin casa y sin guita, se volvió a Colombia (parece que era de allá) a trabajar ya que había recibido una propuesta significante. El no podia irse y chau pichulandia.
'Fue triste, yo me habia enamorado realmente'
Ella, que lo había escuchado atentamente, tomó la posta.
Su historia habia sido casi la misma. Habia conocido a un tipo, compañero de un curso de no escuché qué, con el que al cabo de dos semanas estaban encajetadisimos. Esos metejones divinos.
Pero el tipo era casado, y no prometía nada. Con la misma serenidad con la que lo habia escuchado contaba que desde el principio las cosas estuvieron claras. El no acusaba crisis matrimonial, y con su mujer llevaban adelante la pincipal fuente de ingresos y además tenia no sé qué otro bondi que imposibilitaba aun mas las cosas. Con el correr de las semanas la claridad dejó de ser tal y se trataban y se decían como si fueran novios. Las cosas se precipitaron cuando él le dijo que empezó a pensar en que quiza podría quedarse definitivamente con ella.
'Yo también me habia enamorado - dijo - y fue tristisimo. Pero hubiera sido mucho peor si yo le hubiera dado cabida a esa duda. Me sentí amada, pero la apuesta era imposible'
Yo seguia en mi butaca, ya iba por la cuarta cerveza cuando ellos pidieron la segunda vuelta. No habia sido una confesión ni estaban despechados ahogando penas. No era nada por el estilo, ni siquiera era triste. Estaban serenos y felices porque los dos coincidian en que habia sido en ambos casos una clase de amor, una especie de cachetada que los despabiló de un letargo mucho más gris que cualquier despedida y los habia hecho sentirse vivos de nuevo. Y lo celebraban y no se arrepentían. Y habian vuelto a sentirse capaces. Brindaron por eso y, cuando ya era una hora prudente y no quedaba nada en ninguno de los tres vasos, él se levantó y tendiéndole la mano le dijo: 'Vamos?'. Y se fueron.
Y yo, satisfecha, tambien me fui.

viernes, 28 de enero de 2011

Epifania diabetica

Hoy escuché a un tipo que hablaba de un asunto familiar. Su pequeño hijo había disparado un inusual pico glucémico y si lo dejaban pasar hubiera sido una catástrofe (lo hubiera sido para él). Entonces, angustiado, relata lo sucedido.
El tipo es un trabajador, un trabajador duro, un obrero digamos. Llega a fin de mes con lo que puede, haciendo malabares. Tiene una esposa, tiene tres hijos, el más chiquito es el que sufrió este desequilibrio y tuvo que pasar internado unos 15 días.
Entonces el tipo cuenta que iba del sanatorio al trabajo y del trabajo al sanatorio, a veces pasaba por su casa a ducharse. Dormía sentado a los pies de la cama, porque su trabajo arrancaba a las 5 am y no quería dejar solo a su hijo y a su esposa. Los otros dos hijos, adolescentes, se ocupaban de la casa y esos menesteres. Entonces iba y venía. Y en el camino aparecían cuestiones como la falta de atención y de medicación en el sanatorio, la falta de pronóstico y de información. Los médicos que se hacían los sotas y le echaban la culpa a la obra social, y la obra social que se lavaba las manos haciendo lo mismo. Y el tipo andaba de acá para allá, viendo que el chico no se estabilizaba y que nadie le tiraba una puta punta. Y seguía, hubiera seguido hasta el infinito si hacia falta.

Cuando todo pasó y yo lo escuché, cuando se sentó en mi mesa, desplomado, y pudo finalmente descansar en el asunto resuelto, dijo: ‘Yo quería estar ahí, yo no me quería perder esto, yo quería sufrir con ellos
Al principio pensé que el tipo era un masoquista o un cuadrado. Luego cuando pude ir más allá (gracias a Dios) comprendí que su deseo había sido genuino, puro.

Ninguna circunstancia iba a volverlo más humano que el dolor. Ni nada lo hubiera disparado más a la certeza de estar vivo.

El tipo tenía un pasado viscoso pero no viene al caso. Con eso fue para mí más que suficiente.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sólo empanadas

Juan Hernan Pezo, Pez para los amigos, era un tipo que no tenía suerte. No le venía nada de arriba, ni una le concedía el Barba. No conseguía trabajo, su mujer se había ido con su hermana, al perro le agarró un brote psicótico y se garchó al gato, al canario, le meo el potus y se comió sus ahorros (lo seguía teniendo porque lo había amenzado de morderlo en el mejor de los casos si hablaba)
Una noche de tormenta el viento le arrancó el techo llevándose el split y la antena de DirecTV, recien instalados ambos. Y cuando quiso prender la luz al otro día hizo corto y se le quemaron el resto de los electrodomésticos. El autito que pudo comprarse era 'gemelo' y casi va preso. Era colorado y todos los puteaban por la calle. Se recibió de veterinario después de 9 años de esfuerzo y cuando le iban a dar el título por un error del sistema no quedó registrado, todavía, después de 15 años, aun está tratando de revertirlo.
Una noche que se había cortado la luz quiso prender una vela y se le quemaron las pestañas y los pelos de la verruga de abajo de la nariz, y a partir de entonces los pelos de las pestañas le crecieron en la verruga pero no en los párpados.
De todas maneras ya se había acostumbrado a ese estado.
Un día, volanteando para una parapsicóloga, se encontró a un tipo vestido de empanada en la esquina de Córdoba y Gallo, que abrumado por las desventuras de la profesión - llegó a ese punto una vez vista la escena - decidió dejarle el puesto a Pezo, aunque él lo tomó así cuando se puso el traje que el anterior usuario había dejado. Y bailaba y bailaba un poco ilusionado con la esperanza de que su suerte empezara a cambiar. Luego de tres piezas un gordo desde una combi los llamó y él fue detrás de las tres empanadas a las que secundaba. Una a una se fueron bajando en determinados domicilios. Él los veía desde las ventanas de la parte de atrás bajarse contando la plata que se ve que por su acto cada uno cobraba mientras pensaba en qué hacer, porque si descubrían que él no era él, o sea, el original portador del traje de gomaespuma no le iban a pagar un mango entonces su suerte no había cambiado un carajo y en lugar de un baile publicitario su actuación se habría convertido en una esteril y llana dramatización de su desgracia. Se le ocurrió no sacarse disfraz y quedarse mudo justo un segundo antes de que el gordo le dijera: Vos vas a donde siempre? a la Boca?
y Pez dijo que sí con la punta del repulge, sentadito como estaba atrás.
- Te comieron la lengua, Funes? - Dijo el Gordo.
Y Pez levantó los hombritos persuadiendo al gordo de que deje de hablarle.
Y llegaron a la Boca y Pez se bajó, contando la plata que había ligado casi de queruza, aunque había transpirado la empanada sin dudas. (Afuera del traje hacían 38 grados)
Cuando se fue la combi y quedó solo viendo a través de los agujeritos de los ojos la luz de la luna reflejada en el Riachuelo hediondo, escuchó que de atrás alguien gritaba
- Funes!
Nada, no se dio por aludido. El no era Funes.
- Eh, Funes, so sordo ahora?
Ahí se acordó de que para afuera no era Pez sino Funes y agitó los deditos haciendo seña de que No, pero ya era tarde, tenía tres monos samarréandolo de una esquina a la otra.
- Te hacél vivo? Sabés qué hago yo con lo vivo? - decía en del tatuaje en el hombro.
- No, no soy Funes, soy Pezo, es un error.

Pero antes de escuchar cualquier respuesta volaba sin escalas por encima del tapial que separa el cemento del 'agua'. No sabía como sacarse el disfraz y se ahogó. Pobre Pez.
Dicen los que saben que aún su ánima hostil circula por la zona vestido de empanada. Y algún desprevenido que ha tenido la oportunidad de acercarse asegura que repite sin cansarse que 'El Pez por la Boca muere'

miércoles, 30 de junio de 2010

Flores robadas...

"Pido permiso señores, este tango habla por mi"
''El olvido es la única venganza y el único perdón''
"I remember it well"
''Mi alma no se contenta con haberl perdido''
"Todo lo que me queda es cantarte con el alma, si te regalé la voz''
"Por qué no olvido tu canción, si el río va y no vuelve más"
"Y no sé dónde estás"
"De sentir junto a mi boca como un fuego tu respiración"
(Y pensar que otra a su lado pronto, pronto le hablará de amor)
"Así estoy yo sin ti"
"En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia?"
"Llora mi alma de fantoche"
"Gota de vinagre derramada, fatalmente derramada"
"Todos los dias tienen ese rato en el que respirar es un ingrato deber para conmigo"
"All i've ever learned from love was how to shoot somebody who outdrew you"
"Dónde estaba Dios cuando te fuiste?"
"Qué le habrán hecho mis manos, qué le habrán hecho...?"
"Porque todos lo finales son el mismo repetido"
"Yo hubiera querido estar de una vez en el dia siguiente, yo me quería salir de esa noche"
"Quisiera (volver a) ser un pez"
"Capaz de hacer un mundo y regalartelo después"
"Algunas noches suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna"
"Araca corazon, callate un poco"
"34 puñaladas"
"Y en tus ojos no vi brillos como aquellos"

"20 poemas de amor y una canción desesperada"
"A quien quiera acompañarme le cambio versos por penas, bajo los puentes del Sena de los que pierden el norte, se duerme sin pasaporte y está mal visto llorar"
(La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita)